An End To Empty Promises On Nature And Forests? (ECO 6, COP26)
6 November 2021
Unlike the food options at the venue, the Glasgow initiatives include an astonishing array of new announcements to scale up forest and “nature” climate action. Yay! Amazing, right? But, hold on… doesn’t this sound familiar?
Let ECO look back for a moment at all the forest climate initiatives of the last decades and see if they worked at all. Wait! Don’t get us wrong. ECO does so in the spirit of increasing understanding of the blockages, rules, and perverse incentives created by the UNFCCC system, and not because it doubts the good intentions of current or past initiatives.
Way back in 2007, at COP 14 in Bali, REDD+ was agreed and hailed as the new pathway to prevent deforestation and forest degradation and save the world’s great primary tropical forests. Well… it hasn’t.
In 2014 the New York Declaration on Forests announced an ambitious programme to “cut natural forest loss in half by 2020 and strive to end it by 2030”. But the first 5-year review expressed deep dismay that the initiative had failed to curb loss and damage to Earth’s irreplaceable primary tropical rainforests and that the annual rate of global deforestation had increased by 43%.
And let’s not forget the 2018 Katowice declaration on “Forests for Climate” (what happened to that anyway?).
ECO wonders what’s really going on here… Does the UNFCCC remember how long ago civil society urged the adoption of forest definitions that differentiated between primary, secondary, natural, and plantation forests? It was 2008. To this day, the UNFCCC sees no difference between a primary forest, and a monoculture of trees.
And don’t even get ECO started on the current LULUCF accounting rules that don’t differentiate between the condition of ecosystems and incentivise the destruction of forests for bioenergy while being counted as zero emissions in the energy sector.
ECO also sees with increasing concern that many biodiversity and sustainable development goals could be severely compromised if certain unsustainable climate mitigation and land-based Carbon Dioxide Removal (CDR) measures are deployed at a very large scale in the name of reaching “net zero” by 2050.
ECO wonders why Parties have such a hard time understanding why these looming risks need to be dealt with in this Convention. That’s right, some STILL seem to question why the UNFCCC should have to deal with biodiversity issues when we have the CBD for that!
ECO will put it simply: biodiversity lowers the risk of ecosystems releasing gigantic amounts of GHGs into the atmosphere and supports the health and resilience of human societies at the forefront of climate impacts. Protecting and restoring biodiversity and ecosystem integrity is absolutely critical if we are to keep global warming to 1.5°C AND to adapt to the inevitable climate impacts we are already experiencing due to past inaction.
Nonetheless, protecting and restoring nature does not provide fossil fuels with a “get out of jail” free card: in order to keep 1.5ºC within reach, this must be done alongside and not instead of a rapid and urgent phase-out of fossil fuels.
Nature is a key part of the solution, but it can also become a HUGE part of the problem if Parties fail to acknowledge these crucial interlinkages. The UNFCCC must therefore understand true climate ambition as reaching the 1.5°C goal in a way that helps reverse, rather than accelerate, the 6th mass extinction and biodiversity crisis in the next decade.
So, how will all these good intentions and commitments be reflected in COP decisions? And what changes will be made to the way the UNFCCC treats forests and other natural ecosystems? ECO will be closely watching the formal outcomes of COP26 to find out if, finally, Parties start shifting from promises to real climate and biodiversity action.
**** SPANISH ****
¿El fin de las promesas vacías sobre la naturaleza y los bosques?
A diferencia de las opciones de comida en la sede de la COP, las iniciativas de Glasgow incluyen una sorprendente serie de nuevos anuncios para aumentar la acción climática en materia de bosques y “naturaleza”. Sí. Increíble, ¿verdad? Pero, espera… ¿no te suena esto?
Que ECO eche la vista atrás por un momento a todas las iniciativas climáticas forestales de las últimas décadas y vea si han funcionado. No nos malinterpreten. ECO lo hace con el ánimo de aumentar la comprensión de los bloqueos, las normas y los incentivos perversos creados por el sistema de la CMNUCC, y no porque dude de las buenas intenciones de las iniciativas actuales o pasadas.
Ya en 2007, en la COP 14 de Bali, se acordó REDD+ y se aclamó como la nueva vía para evitar la deforestación y la degradación de los bosques y salvar los grandes bosques tropicales primarios del mundo. Pues bien, no ha sido así.
En 2014, la Declaración de Nueva York sobre los Bosques anunció un ambicioso programa para “reducir la pérdida de bosques naturales a la mitad para 2020 y tratar de acabar con ella para 2030”. Pero la primera revisión quinquenal expresaba una profunda consternación por el hecho de que la iniciativa no había logrado frenar la pérdida y el daño de los insustituibles bosques tropicales primarios de la Tierra y que la tasa anual de deforestación mundial había aumentado un 43%.
Y no olvidemos la declaración de Katowice de 2018 sobre “Bosques para el clima” (¿qué pasó con eso de todos modos?).
ECO se pregunta qué está pasando realmente aquí… ¿Recuerda la CMNUCC cuánto tiempo hace que la sociedad civil instó a la adopción de definiciones forestales que diferenciaran entre bosques primarios, secundarios, naturales y plantaciones? Fue en 2008. A día de hoy, la CMNUCC no ve ninguna diferencia entre un bosque primario y un monocultivo de árboles.
Y ni siquiera se puede hablar de las normas actuales de contabilidad de LULUCF, que no diferencian el estado de los ecosistemas e incentivan la destrucción de los bosques para obtener bioenergía, mientras que se contabilizan como emisiones cero en el sector energético.
ECO también ve con creciente preocupación que muchos objetivos de biodiversidad y desarrollo sostenible podrían verse gravemente comprometidos si se despliegan a gran escala ciertas medidas insostenibles de mitigación del clima y de eliminación de dióxido de carbono en la tierra en nombre de alcanzar el “cero neto” para 2050.
ECO se pregunta por qué a las Partes les cuesta tanto entender por qué hay que tratar estos riesgos inminentes en esta Convención. Así es, algunos parecen seguir cuestionando por qué la CMNUCC tiene que ocuparse de las cuestiones de biodiversidad cuando para eso tenemos el CDB.
ECO lo dirá de forma sencilla: la biodiversidad reduce el riesgo de que los ecosistemas liberen cantidades gigantescas de GEI a la atmósfera y favorece la salud y la capacidad de recuperación de las sociedades humanas en primera línea de los impactos climáticos. Proteger y restaurar la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas es absolutamente crítico si queremos mantener el calentamiento global en 1,5°C y adaptarnos a los inevitables impactos climáticos que ya estamos experimentando debido a la inacción del pasado.
Sin embargo, proteger y restaurar la naturaleza no proporciona a los combustibles fósiles una tarjeta de “salida de la cárcel”: para mantener 1,5 ºC a nuestro alcance, esto debe hacerse al mismo tiempo y no en lugar de una rápida y urgente eliminación de los combustibles fósiles.
La naturaleza es una parte clave de la solución, pero también puede convertirse en una parte ENORME del problema si las Partes no reconocen estas interrelaciones cruciales. Por lo tanto, la CMNUCC debe entender la verdadera ambición climática como la consecución del objetivo de 1,5°C de forma que ayude a revertir, en lugar de acelerar, la sexta extinción masiva y la crisis de la biodiversidad en la próxima década.
Entonces, ¿cómo se reflejarán todas estas buenas intenciones y compromisos en las decisiones de la COP? ¿Y qué cambios se introducirán en la forma en que la CMNUCC trata los bosques y otros ecosistemas naturales? ECO seguirá de cerca los resultados formales de la COP26 para averiguar si, finalmente, las Partes empiezan a pasar de las promesas a la acción real en materia de clima y biodiversidad.